Denunciados los padres de una menor a la que le practicaron 13 exorcismos

Mayo de 2012. Comienza el particular viacrucis de una menor de 16 años. En un primer momento fueron problemas nerviosos, ansiedad, pérdida de peso y clara sintomatología médica de anorexia. Poco después aparecerían los delirios, las alucinaciones en las que intuía presencias y escuchaba voces, el convencimiento de estar endemoniada y la culminación de toda esta misteriosa historia con varios intentos de suicidio por parte de la joven.

No sabiendo combatir su estado, tras varios meses viendo empeorar a su hija, y los nulos avances médicos obtenidos con diversos psiquiatras, los padres de la menor, profundamente creyentes, acudieron al arzobispado de burgos para realizarle un exorcismo, algo que haría finalmente un sacerdote en Valladolid hasta en un total de 13 sesiones.

La Denuncia

Fueron distintos familiares de la propia menor los que denunciaron a sus padres por ser presuntamente estos hechos constitutivos de delitos de lesiones graves, trato degradante, coacciones, inducción al suicidio y violencia física y psíquica habitual. En la denuncia, al parecer, también se acusa al párroco de la Iglesia habitual de la familia del menor, de haber sido instigador de llevar a la niña a practicarle el exorcismo; algo que niegan desde el Arzobispado de Burgos, manifestando a través de un comunicado, que las personas que han colaborado con los padres en este asunto lo han hecho a título personal, «nunca por mandato de la parroquia o del Arzobispado».

Los Hechos

Ante la Policía Nacional, la menor declaró que fue en mayo de 2012 cuando empezó con unos problemas de anorexia acompañados de episodios de ansiedad.

Entre septiembre y noviembre del mismo año, estuvo ingresada en el servicio de psiquiatría infanto-juvenil del Hospital Clínico de Valladolid “por una sintomatología compatible con anorexia”. Allí confiesa a los doctores que desde hace unos meses “tiene un demonio dentro, que es quien le engaña y motiva a hacerse daño”. Además les asegura a los médicos que la finalidad de no comer “no es adelgazar sino autocastigarse”, exactamente el mismo motivo que le lleva a hacerse cortes en las muñecas. Posteriormente, y ante la policía, manifestaría que quien le animó a efectuarse dichos actos de autolesión fueron sus padres y el grupo religioso de la “Milicia de Santa María”.

Según declaraciones de la menor, sus padres interpretaron todo aquello que le estaba pasando como una posesión demoniaca, algo que les había sugerido un seminarista estudiante de Teología, quien manifestó a sus progenitores que “tenía unos sueños en los que aparecía su hija siendo ahogada por un demonio”.

En marzo de 2013 sus padres la trasladan a un convento en la zona de Guadalix (Madrid), donde le fue practicado su primer exorcismo. A pesar de ello, los ingresos en el Hospital Universitario de Valladolid y Burgos se siguen sucediendo con tanta asiduidad que llega a perder el curso escolar.

Los hechos continuaron sucediéndose, todo el entorno de la menor parecía tener clara su posesión; así, inclusos sus catequistas llegaron a decirle que estaba endemoniada y que lo que ella tenía no podrían curárselo los médicos porque estaba endemoniada. A primeros de septiembre sería expulsada de catequesis, al parecer por “decir cosas inusuales relacionadas con el suicidio”.

El calvario de la menor parece ser aún peor en su casa, con su familia. Su padre incluso llega en una ocasión a a zarandearla, a sujetarla por los brazos e insultarla llamándola “hija de puta”, algo que según él, no se lo decía a ella sino al demonio que llevaba dentro.

Después de varios intentos frustrados, y tras la insoportable presión sufrida en todos los ambientes en los que podía desenvolverse, el 24 de septiembre de 2013, la menor decide acabar con su vida tirándose desde un tercer piso. Afortunadamente sobrevive, si bien sufre entre otras lesiones, una muy grave en la columna vertebral que la dejaría temporalmente postrada en una silla de ruedas.

Los exorcismos

Fueron varias las conversaciones mantenidas entre los padres y un seminarista, una profesora de religión y un párroco de Burgos, antes de tener la firme convicción de que la menor estaba poseída por el demonio. En abril de 2014 la llevaron a un convento de Valladolid, para que el único exorcista de Castilla y León en ese momento le liberara del diablo. La tumbaron en el suelo a los pies del altar, aunque su grado de nerviosismo era tal que hicieron falta varias personas para sujetarla de brazos y piernas. Le colocaron imágenes de distintos santos por todo el cuerpo, apretaron contra su cabeza un crucifijo hasta tal punto de causarle herida. Le hicieron beber agua con sal exorcizada y se dirigieron a ella voceando expresiones como: “¿Quién eres, Satanás, Belcebú, el diablo en persona?”, “Bestia inmunda, dixi mi como tu a dominaris”. El diablo no contestó; así que pensaron que la posesión era total y le recomendaron dejar de tomar la medicación prescrita por su psiquiatra.

Según la denuncia, durante el exorcismo, que duró entre una y dos horas, sintió dolor, miedo e impotencia por no poder escapar, pese a que pidió varias veces que cesaran. Esta ceremonia se repitió hasta en 13 ocasiones.

A la vista el poco éxito cosechado, fue obligada a rezar todos los días hasta límites extremos; llegando a desmayarse en una ocasión por llevar mucho tiempo de pie, confiesa la menor que su padre reacciono dándole varias patadas mientras le gritaba que se levantara. En otra ocasión, al no querer rezar el rosario, le ataron las piernas y las manos y la introdujeron una braga en la boca.

El Juzgado de Instrucción aún no ha tomado declaración a la presunta víctima, ya que la Junta se ha opuesto a ello por el momento. Por su parte, los padres declararon ante la policía, negándose declarar posteriormente en sede judicial. A finales de noviembre fueron citados los parientes de la joven, pero no declararán hasta primeros de este año nuevo. Seis tíos maternos de la chica, que son los denunciantes, son los que se han constituido como acusación (popular).

Pocos días después de incoar Diligencias Previas el Juzgado de Instrucción núm. 2 de Burgos, la joven salía del domicilio familiar para recalar en un centro de menores de la Junta de Castilla y León.

El arzobispado de Burgos reconoce mediante un comunicado la práctica de estos exorcismos, diciendo que “son una práctica religiosa que se ha mantenido en la tradición de la Iglesia como un derecho de todos los fieles… la decisión de llevar a su hija a un exorcista de Valladolid fue bastante posterior a su intento de suicidio”

La práctica del exorcismo en España

Es evidente que nos encontramos ante un fenómeno cultural arraigado en multitud de sociedades y en la que se hallan implicadas razones religiosas, sociales y psicológicas. Tradicionalmente todos aquellos fenómenos que escapan a nuestra comprensión, han sido justificados de forma divina o diabólica, según el caso. En la actualidad seguimos anquilosados en esa creencia, sólo cuando el diagnóstico no es seguro, cuando el fenómeno no es posible explicarlo por causas naturales, se acude a la alternativa de la posesión.

Así, el padre José Antonio Fortea (quizá el exorcista más mediático que tenemos en España), reconoce cuatro posibles vías por las que una persona puede llegar a él con el objeto de ser exorcizado: derivados de psiquiatras que llevan años trabajando con el paciente y observan que lo que les ocurre se aleja cada día más de los manuales de psiquiatría. Por medio de familiares, tipo “a mi hijo le ocurren cosas muy raras desde que hizo espiritismo”. A través de la propia persona que directamente temen haber sido poseída, o por medio de personal eclesiástico que está convencido de tal cosa.

Sea de una forma u otra, la lucha contra el demonio no se realiza a la ligera, “lo primero que hay que hacer es averiguar si el presunto poseso es real o tiene problemas psicológicos y sólo cree estar poseído”, reconoce Fortea, “trabajo con especialistas médicos y en el análisis psicológico de la persona. Escucho a las familias y, finalmente, hago una serie de pruebas para confirmar la presencia del diablo en su cuerpo”.

El padre Portela, otro de los pocos exorcista que hay en nuestro país (se estiman un total de 15), en la misma línea que su colega, asegura que para conocer la situación en la que se encuentra cada persona, primero ha de entrarse en diálogo con el “poseído”, y de confirmarse la influencia del demonio, se recurre al agua bendita, la imposición de manos consagradas y a las oraciones. “Solo si la posesión ofrece una mayor resistencia, se realizará un exorcismo mayor”. Los poseídos suelen reaccionar violentamente contra el sacerdote “porque es quien va a combatir al demonio”, a pesar de esto, Portela asegura haber ido transformando el miedo inicial de sus primeros exorcismos, en un más que considerable respeto al diablo. Por su experiencia, asegura que Hollywood no exagera ante la mayoría de los temas de exorcismos que ha llevado a la gran pantalla, incluso “muchas veces la verdad supera a lo ficticio”.

El propio Jose Antonio Fortea ha reconocido abiertamente en varias entrevistas, lo común que es encontrarse con procesos que pueden extenderse durante semanas o meses, y exorcizados “hablando lenguas extrañas que ni ellos mismos conocen, manifestando una fuerza descomunal, vomitando objetos como cristales o clavos e incluso, en unos pocos casos muy extraños, llegando a levitar”.

Sin duda, la de exorcista es una profesión de riesgo, ya que los sacerdotes no reciben ningún tipo de preparación específica, pero tampoco la necesitan, asegura Fortea “lo único que se necesita para realizar bien un exorcismo es tener el nombramiento episcopal y hacerlo con sentido común, en el fondo tan solo se trata de rezar”. Ese riesgo puede venir tanto del más allá en las múltiples formas que puede adoptar el mal, como del “más acá” en forma de denuncia como es el caso que nos ocupa. Es por ello, que la mayor parte de los ritos se realizan en presencia de testigos (familiares normalmente), que además de ayudar al sacerdote a enfrentarse a una fuerza sobrenatural, por el peligro que entraña para su integridad física y su vida, sirve de garantía para que la persona poseída (por influencia del demonio) no acuse al sacerdote de que la estaba agrediendo.

El exorcismo puede realizarse sobre menores, como en el caso de Burgos, pero siempre sin obligar ni coaccionar al exorcizado y con el previo consentimiento paterno. “Jamás podría llevarse a cabo un exorcismo a la fuerza, después, durante la sesión gritará y atacará, incluso se le podrá llegar a inmovilizar, pero previamente debe manifestar querer ser exorcizado” aclara Fortea.

Por su parte, Pedro Suñer Puig, jesuita que también ejerció como exorcista, asegura que el 95% de los casos de supuesta posesión se deben a problemas psicológicos, aunque incluso en esos casos, el exorcismo puede llegar a funcionar como un placebo que favorezca la mejoría del paciente, en una clara muestra del vínculo existente entre religión y psicología. Lo verdaderamente importante es que el rito efectuado en el interior de un acompañamiento psicológico-religioso dé o aumente la seguridad y confianza del “poseído” en Dios.

Teológico o Judicial

En el caso que nos ocupa, la menor comenzó a autolesionarse y dejar de comer voluntariamente, al parecer por propia o inculcada creencia en el sufrimiento como redención de posibles pecados. Quizá sea por esto, por lo que no dieron resultados los tratamientos psiquiátricos llevados en el hospital.

Siendo menor de edad, habiendo acudido a profesionales médicos sin obtener resultados, y sobre todo, viviendo en un ambiente de fuertes convicciones religiosos, bastaría que alguien sugiriera la posibilidad de estar poseída por el diablo para que la menor se convenciera definitivamente de ello. Por otra parte, todo psicoanalista sabe hasta dónde puede llegar el poder del odio y desesperación del hombre (tenga o no fe), y sabe también, que esos impulsos de odio hacia Dios pueden llegar a ser extremos.

Poco podría aportar este artículo desde un punto de vista psicológico o psiquiátrico acerca del tema. Teológicamente después de leer sobre ello, habrá de los que se pregunten ¿cómo es posible una señal tan contundente y gráfica del diablo, cuando Dios se manifiesta con signos tan discretos que sólo los que entienden su mensaje son capaces de discernirlo?

Desde un prisma jurídico, llama la atención dos aspectos: el primero es que el juzgado no considerara la condición de perjudicados a los tíos de la menor, razón por la cual no pudieron personarse como “acusación particular”, viéndose obligados a pagar una fianza de 3.000 euros para poder personarse en las Diligencias como “acusación popular”. El segundo de los puntos a tener en cuenta es que aún no se le haya tomado declaración judicial a la perjudicada (actualmente mayor de edad), al parecer por oposición de la Junta. Lo cual impregna de un misterio inusitado unos posibles delitos en los que la Iglesia (o al menos ciertos de sus componentes) podrían estar involucrados.

En cualquier caso, según declaración policial de la perjudicada, y salvo que todo este asunto dé un giro inesperado, si se demuestra (como parece ser) que sus padres pretendieron en todo momento lo mejor para su hija, muy probablemente acabe con la libre absolución de ambos o el archivo del procedimiento incluso en la fase de instrucción.

Después de haber tratado brevemente el exorcismo de un modo algo general, podrás tener o no conformada una opinión acerca del tema. Creer en ello es mera cuestión de fe, y en la que no servirá alegar la conocida frase de Santo Tomás, ya que creer es dar como cierto todo aquello que el entendimiento no alcanza, y ver, en este caso, tan solo es sinónimo de ser testigo de lo sucedido. Así, cualquiera podrá entender que el diablo es solo un ficticio instrumento de control psicológico para doblegar voluntades; un miedo impuesto. Que todo esto son solo ideas que los curas nos llevan metiendo en la cabeza desde hace siglos, sugestiones en las que caen algunas personas más débiles de mente. Podemos convencernos de que el único mal sale de la libertad del hombre y que no existe demonio más grande que él mismo, o por el contrario, pensar que el mayor logro del diablo es precisamente ese; hacernos creer que nunca ha existido…

Artículo escrito por: Javier García Rodríguez (Abogado 4016 ICAC)

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